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ANTONIO LAFUENTE et alii: LAS DOS ORILLAS DE LA CIENCIA (2013). Arturo Morgado García

En esta obra, uno de los mejores especialistas españoles de Historia dela Ciencia en la actualidad, Antonio Lafuente, publica una serie de trabajos escritos, bien en solitario, bien  en colaboración con otras figuras de primera línea, como Nuria Valverde, Leoncio López Ocón, o Juan Pimentel. Aunque todos ellos son de gran calidad, seleccionamos unos cuantos que nos parecen, para nuestros intereses, de una especial significación, centrándonos en aquellos que muestran la tensión existente entre la nueva política de conocimiento animada desde la Corona y representada por unas expediciones científicas conformadas según los saberes europeo, frente a los conocimientos y las tradiciones locales, manifestación más, al fin y al cabo, de la dicotomía existente entre política imperial y pobladores de las colonias.

En el prólogo, titulado "Los confines de la representación. Colonias y legos de la ciencia",  el autor señala cómo para las autoridades imperiales  era cómodo implementar un programa de herborización y clasificación de la flora americana, aunque ello, lógicamente, tenía sus consecuencias:  obligaba a despreciar los conocimientos que no se codificaran correctamente, así como también a defender que el conocimiento de un fragmento territorial podía generalizarse a toda la comarca, a privilegiar una forma de conocimiento basada en el dibujo de las plantas, a promover jerarquías botánicas entre los recolectores, los herborizadores y los clasificadores que ninguneaban a los yerberos, y, en fin, toda una panoplia de estrategias que ignoraban la importancia de los condicionamientos fitogeográficos y sociobotánicos, así como los conocimientos de los nativos y la experiencia local. Ni el entorno, ni la gente, ni la tradición de cada lugar parecían importar nada a los botánicos de su Majestad, con lo cual los representantes imperiales se autoerigían en depositarios del conocimiento frente a las tradiciones locales.


Escrito en colaboración con José de la Sota y Jaime Vilchis, el trabajo titulado "Dinámica imperial de la ciencia: los contextos metropolitano y colonial en la cultura española del siglo XVIII", comienza refiriéndose a la salida de España en 1787 de la Real Expedición Botánica dirigida por Martín Sessé, que tenía la orden de implantar el sistema linneano en México, lo que acabó provocando una serie de conflictos entre los expedicionarios, presentados como devotos linneanos, frente a los sabios novohispanos, calificados como  “rudos y pedantes yerberos”: oposiciones que el autor resume en "Cervantes contra Alzate, Linneo contra Francisco Hernández, México contra Nueva España, ciencia contra experiencia, botánica contra historia natural" (p. 72). Desde el mismo comienzo la contienda intelectual se adereza de resabios antipeninsulares y de sentimientos de la nación, erigiéndose Alzate en portavoz de los polemistas, defendiendo la nomenclatura de la herbolaria tradicional basada en la virtud curativa de las plantas. Todo ello hay que ubicarlo en un contexto más amplio, a saber, la idea de que a finales del Setecientos se extiende la convicción entre las élites de que el Imperio es inviable, no sólo por la explotación económica metropolitana sino por una cuestión de incompatibilidad cultural, comenzando a cuestionarse la capacidad modernizadora de los canales de comunicación que el Imperio había trazado entre Europa y América.

Es muy interesante el trabajo escrito con Leoncio López Ocón, "Tradiciones científicas y expediciones ilustradas en la América Hispana del siglo XVIII", donde se pone de relieve la tradición local de actividad exploratoria, en manos de clérigos y virreyes. Comienza señalando cómo en los primeros misioneros había muchos motivos para sentir fascinación ante la naturaleza americana y admiración por la magnitud de la empresa colonizadora, proliferando los escritos que daban testimonio de la maravilla y que reclamaban para el continente el privilegio de lo singular, y es en esta tradición donde cristalizaría una exaltación de lo propio y en donde irán madurando los principales ingredientes de la identidad criolla, pues el clero actuó como líder moral e intelectual de la sociedad colonial. La particular visión de la naturaleza y la realidad del imperio económico levantado por la Iglesia en América exigieron un permanente esfuerzo de investigación, en el que destacaron los jesuitas  pero que caracterizó a todas las órdenes que desempeñaron actividades misionales en las zonas fronterizas, destacando la labor realizada en el Paraguay. José Sánchez Labrador, ya en Italia, escribiría una Enciclopedia Rioplatense en tres partes, Paraguay natural (seis volúmenes de historia natural), Paraguay cultivado (cuatro tomos de agronomía) y Paraguay católico (geografía humana). Los conocimientos obtenidos por los jesuitas fueron organizados según un plan que integraba en una totalidad los tres reinos de la naturaleza y la cultura de las sociedades humanas que habitaban las regiones americanas, y esas historias naturales y morales redactadas según un patrón narrativo experimentado desde el siglo XVI presentaban a los seres vivos en un continuum vital en el que cada una de las piezas encontraba sentido y estaba en interacción con todas las demás. Esta sería la pretensión de Gumilla o de Pablo Maroni con sus Noticias auténticas del famoso río Marañón. Salvatore Gilij completaría a Gumilla en su Saggio di storia americana (Roma, 1780-1784), y su nostalgia criolla se proyectó en un programa historiográfico que le permitió reivindicar la exuberancia de la naturaleza americana, loar las grandezas de su patria lejana y demostrar la existencia de una tradición erudita, siendo éste también el caso de Juan de Velasco, Juan Ignacio Molina o Francisco Clavijero.

Y, finalmente, junto a Nuria Valverde, se presenta el trabajo "Botánica Linneana y Biopolíticas imperiales españolas", donde se nos vuelve a mostrar la perplejidad de los sabios locales ante la nueva ciencia de los peninsulares forjados según el modelo linneano. Alzate, por ejemplo, no entendía que para hablar de una planta hubiera que soslayar cuanto se sabía sobre su localización, entorno, época de floración o características de suelo, el problema era que el sistema linneano era insensible a las circunstancias locales y temporales, y los criollos no estaban de acuerdo con ello. Alzate lamenta el costo de los nuevos instrumentos, la pérdida de tiempo que supone no poder herborizar más que en tiempo de floración, la obscenidad del sistema sexual o la incompatibilidad con los conocimientos y jerarquías locales. Era inquietante la escisión entre botánica y materia médica, y se pretendía que lo taxonómico estuviera subordinado a lo sensible, y lo sensible a su utilidad, por lo que el nombre de una planta no debía ser la expresión de un orden lógico sino funcional.

Índice:

Los confines de la representación: colonias y legos de la ciencia, por An­tonio Lafuente.-Parte I. Mundialización: el vector espacial.-Institucionalización metropolitana de la ciencia española en el siglo xviii, por Antonio Lafuente.-Dinámica imperial de la ciencia: los contextos metropolitano y colonial en la cultura española del siglo xviii, por Antonio Lafuente, José De la Sota y Jaime Vilchis.-Tradiciones científicas y expediciones ilustradas en la América Hispana del siglo xviii, por Antonio Lafuente y Leoncio López-Ocón.-La producción de objetos y valores científicos: tecnología, gobierno e Ilustración, por Antonio Lafuente y Nuria Valverde.-Botánica linneana y biopolíticas imperiales españolas, por Antonio La­fuente y Nuria Valverde.-Parte II. Mundanización: el banquete político.-La construcción de un espacio público para la ciencia: escrituras y es­cenarios en la Ilustración española, por Antonio Lafuente y Juan Pi­mentel.-Newton a la carta, por Antonio Lafuente.-Ciencia mundana y ciencia popular: estilo y sensibilidad en la historia natural de Buffon, por Antonio Lafuente y Javier Moscoso.-Las políticas del sentido común: Feijoo contra los dislates del rigor, por Antonio Lafuente y Nuria Valverde.-El espejismo de las dos culturas , por Antonio Lafuente y Tiago Saraiva.-Notas.-Bibliografía.

Datos de la obra: Antonio Lafuente, et alii, Las dos orillas de la ciencia. La traza pública e imperial de la Ilustración española, Madrid, Marcial Pons, 2013.

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