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EL REINO ANIMAL COMO GOBIERNO UTOPICO EN LA CASTILLA BAJOMEDIEVAL. Arturo Morgado García

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El león, personificación del mal y el diablo, a la vez que emblema de la tribu de Judá y alegoría de Cristo muerto y vivificador, adquirió en la Baja Edad Media una casi indiscutible posición, disputada, de forma muy eventual, por el águila, como rey, ocasionalmente como señor, de los animales o delas bestias, tanto en textos foráneos como castellanos. Tal condición tenía fundamento en sus altas cualidades físicas y morales, su pelambre, a modo de corona, y sus potentes garras, así como el miedo despertado entre el resto de los animales, su bravura y fortaleza, así como su piedad y clemencia. En la iconografía el león aparece frecuentemente como coronado, uso difundido en Castilla a partir del reinado de Sancho IV, y en el ámbito heráldico en posición rampante. Esta entronización del león vino acompañada de la constitución de una corte en torno a su figura, modelo difundido en Francia en el Roman de Renart, en Aragón en El llibre de les bésties de Ramón Llull, y en Castilla a través de algunas fábulas recogidas en obras de procedencia oriental, como el Calila e Dimna y el Sendebar, así como en colecciones de exempla. Esta corte se dotaría de un conjunto de actos que denotarían la condición regia del león, como el banquete real, el besamanos, la organización de los funerales cortesanos o la convocatoria de Cortes.

Por debajo de la corte se encontraban aquellos animales enemigos del león, funciones desempeñadas normalmente por lobos, zorros y perros, siendo a su vez los rasgos negativos atribuidos a estos animales base para el desarrollo de un discurso de protesta de carácter alegórico o satírico, del que tenemos buena muestra en la Castilla medieval en las Coplas de Mingo Revulgo, en la Batalla campal de los perros y lobos de Alonso de Palencia, o en el Espejo del mundo de Alonso de Jaén. En un tercer escalón se encontrarían los animales indefensos, los simples súbditos, generalmente herbívoros, destacando la oveja.

El señorío del león era sobre todo para los cuadrúpedos, ya que las aves y los reptiles tenían su señor particular representado en el águila y el basilisco. Menos claro era el dominio del mar, aunque con el tiempo el delfín irá asumiendo esta función, quizás por ser el emblema del príncipe heredero al trono francés. En Castilla, particularmente, ya desde el siglo XIII el águila adquiere la condición de señora de las aves, tendencia que continuaría durante el resto de la época medieval.

El reino animal, entendido como trasunto natural del gobierno humano, asistió a una fuerte expansión en la época bajomedieval. Estas imágenes fueron objeto de una especial consideración durante el reinado de Sancho IV, como el Lucidario o los Castigos, o durante los Reyes Católicos, como en el Espejo del mundo o el Razonamiento de las reales armas, donde se observa la inclusión de águilas y leones en las armerías como símbolo de renovación política, y la aparición de profecías que se valen de animales para codificarlos mensajes políticos. La colmena aparece como la imagen perfecta del ideal monárquico: un rey único, elegido por el resto de las abejas, por ser el ejemplar más sobresaliente de la colmena, protegido por sus súbditos y caracterizado por su clemencia. A partir del siglo XIV observaremos el uso literario de la figura del león como personificación del rey de Castilla, como en el Poema de Alfonso XI, el Cancionero de Baena o el Espejo del mundo de Alonso de Jaén. La identificación con el águila con la realeza, por su parte, adquirirá su máximo esplendor durante el reinado de los Reyes Católicos.


Extractado de David Nogales Rincón, “El reino animal como gobierno utópico en la Castilla bajomedieval (siglos XIII-XV)”, M. Alvira Cabrer y J. Díaz Ibáñez (eds.), Medievo utópico. Sueños, ideales y utopías en el imaginario medieval, Madrid, Sílex, 2011, pp. 67-86. Ilustración: alegoría de  la misericordia, en Speculum animae (siglo XV) en catalán, Biblioteca Nacional de Francia, Manuscrites, Espagnols, 544, fol. 16.

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