"La historia de la ciencia moderna...también encierra un par de secretos en sus momentos constituyentes. Fue diseñada a mediados del siglo XX para recoger (y legitimar) el inexorable ascenso de unas formas de producir conocimiento de la naturaleza que habían colocado a Occidente a la cabeza de la humanidad a la hora de dar cuenta de los fenómenos de la materia y de la vida. Instalada en la idea del progreso...consagrada a la objetividad, la ciencia era una actividad gobernada por la razón y el intelecto, y no por la fe, las pasiones y las emociones. Era una historia de las ideas y no de los gustos...sus procedimientos buscaban la sencillez y la elegancia del lenguaje matemático...la historia de la ciencia, sin embargo, lleva ya un par de décadas descomponiendo el gran relato sobre los orígenes heroicos de la ciencia moderna...algunos de estos nuevos planteamientos apuntan a la posibilidad que aquí nos trae: la de pensar la ciencia moderna a través de una óptica barroca...
Ya que proponemos desviar las miradas y al mismo tiempo conformar nuevas visiones, empecemos por observar ciertos aspectos de la actividad científica del Seiscientos...acerquémonos a lo irracional, a lo subjetivo, al pathos metafísico...para ello la ciencia moderna ha logrado recuperar un espacio olvidado...el ámbito de lo afectivo, el mundo de los sentimientos y las emociones...los ardides de un Galileo cortesano, por ejemplo, ansioso por romper todo tipo de barreras disciplinares y sociales con el objeto de diseñar una identidad que le garantizase credibilidad y legitimación...apelar, por tanto, a lo temperamental, asociado tradicionalmente a los arrebatos creadores y performativos de los artistas, se vuelve necesario ante la multiplicidad de ejemplos en los que el ejercicio de la ciencia en la cultura del Barroco no parece tan racional ni tan metódico.
Incorporar lo afectivo a la historia de la ciencia moderna...introduce matices sugerentes...se abre un espacio en el que concurren las pasiones y los impulsos, la ostentación y el exceso, la teatralidad y el espectáculo. Detectamos...los componentes de riesgo e inestabilidad que...caracterizarían las relaciones de mecenazgo, permeadas por la cultura del don y lastradas por los conflictos de intereses....constatamos también la relevancia del público, a quien se debía impresionar y convencer...pensamos por ejemplo en el culto a la maravilla y la veneración por el asombro que profesaron las sociedades del Seiscientos...la curiosidad se torna en admiración. En los rincones más apartados de los palacios o en el bullicio de los mercados y los puertos la presencia de objetos raros, exóticos, se extendió a todos los ámbitos....filósofos, naturalistas, médicos, todos participaron de este gusto por lo extraordinario...
Las Mémoires de la Academia francesa y las Philosophical Transactions de la Royal Society recogen numerosos ejemplos...de estos sucesos que transgredían, de algún modo, el orden natural establecido por Dios a partir de la Creación. Se trataba de seres y fenómenos pertenecientes al ámbito de lo preternatural, una categoría que Santo Tomás propuso...y que la historia de la ciencia reciente ha recuperado a raíz del interés suscitado por el estudio de los wonders y los monstruos. Fenómenos, pues, que escapaban al orden natural, pero cuyas causas no eran ajenas a las leyes dispuestas para este mundo...una de las manifestaciones más claras de esta devoción por lo raro y sorprendente fue sin duda el interés por el coleccionismo misceláneo que a lo largo del sigo siguieron demostrando diversos personajes, desde el emperador Rodolfo II a Elias Ashmole, pasando por...Kircher...la proliferación de gabinetes de maravillas o wunderkammer...puso en circulación todo tipo de especímenes...muchos de los cuales desafiaban abiertamente la labor sistematizadora de taxónomos y naturalistas...
La actividad científica del siglo XVII manifestó gran interés por los aspectos escenográficos del conocimiento. Hay algo de ostentación, mucho de espectáculo lúdico diseñado para entretener e impresionar a una audiencia privilegiada. Linternas mágicas o fósforo, naumaquias o dragones: recursos para una ciencia que era en gran medida teatro. Se impuso un gusto por lo persuasivo, también por la invención y el engaño, que queda reflejado en la idea de naturaleza que se manejaba,a medio camino entre la ficción y la realidad...los primeros números de las Philosophical Transactions...están repletos de temas y casos aparentemente intrascendentes, triviales, mundanos, hechos que al ser observados lenta y cuidadosamente ponían de relieve no sólo la estructura material de la realidad, sino también de la propia extrañeza de la realidad, el carácter prodigioso de lo cotidiano. Así se desprende de la Micrografía de Hooke, el microscopista que decidió retratar el tejido de un tafetán, la punta de una aguja, el ojo de una mosca. Rhopografía, micrografía, las cosas mundanas devienen extraordinarias, dignas de ser fijadas y registradas.
Extractado de Juan Pimentel y José Ramón Marcaida, "La ciencia moderna en la cultura del Barroco", Revista de Occidente, 328, 2008, pp. 136-151. Ilustración extraída de Ulises Aldrovandi, Monstrorum historia, Bolonia, 1642, p. 324.