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¿POR QUÉ A LOS MAMÍFEROS SE LES LLAMA ASÍ? Arturo Morgado García

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Extractamos aquí un trabajo de la historiadora norteamericana Londa Schiebinger, en la actualidad profesora de Historia de la ciencia en la universidad de Stanford, y autora, entre otros, de Colonial Botanny: Science, Commerce and Politics (2005), o Nature´s Body. Gender in the Making of Modern Science (1993). Es algo antiguo, pero nos parece muy interesante, por cuanto nos muestra que algo aparentemente tan inocente como una simple clasificación, encierra una fuerte carga ideológica.

En 1758, en la décima edición de su Systema naturae, Linneo introdujo el término Mammalia en la taxonomía zoológica, convirtiendo a las mamas femeninas en el icono de este grupo de criaturas. Hasta el momento, nadie ha cuesti0nado los orígenes sociales ni las consecuencias de este término, ni las políticas de género que condicionaron al autor sueco. Linneo veneraba los pechos maternos al mismo tiempo que doctores y políticos habían comenzado a alabar las virtudes de la leche maternal. Linneo, no lo olvidemos, era un médico, y padre de siete hijos. Por aquel entonces las clases medias y altas estaban comenzando a dejar de lado a las nodrizas, y una ley prusiana de 1794 fue tan lejos como para obligar a las mujeres adineradas a criar a sus propios bebés. Linneo estaba envuelto en la lucha contra la lactancia mercenaria, una lucha que suponía apartar a las mujeres de la esfera pública y relegarlas al papel doméstico.

Linneo dividía los animales en seis clases, Mammalia, Aves, Amphibia, Pisces, Insecta y Vermes, y los Mammalia eran el único grupo donde se determinaba la división zoológica en los órganos reproductores y el único que resaltaba una característica asociada con las mujeres. Los restantes grupos de animales, simplemente, se remontaban a Aristóteles, Aves significa pájaro, Amphibia enfatiza el hábitat, Insecta se refiere a un cuerpo segmentado, Vermes deriva del color. Al optar por el término Mammalia, Linneo abandonó la venerable terminología aristotélica de los Quadrupedia. Durante más de dos mil años, los mamíferos habían sido conocidos como cuadrúpedos. Ya había habido intentos anteriores de cambiar esta nomenclatura: John Ray señalaba a fines del siglo XVII que las ballenas y los manatíes tenían muchos rasgos similares (sangre roja, corazón con dos ventrílocuos) pero no tenían cuatro patas. Pero los naturalistas no adoptaron inmediatamente estas reservas, y de hecho Linneo en la primera edición de su obra (1735) utilizaba el término tradicional, aunque sí suscitó la ira de muchos por incluir a los hombres en el seno de este grupo, basándose en su cuerpo peludo, cuatro extremidades, y la naturaleza vivípara y lactífera de las mujeres. Debido a las similitudes de su dentadura, incluía a los humanos en los Anthropomorpha (término adoptado de Ray) junto a los monos, término que fue sustituido por el de Primates en la edición de 1758.

Muchos encontraron repugnante la inclusión de los humanos entre los cuadrúpedos. Buffon, su gran rival, señalaba que los humanos no eran tales, ya que tenían dos manos y dos pies, que los murciélagos tenían dos pies pero no manos, que los monos tenían cuatro manos y no pies, y que los manatíes solamente tenían dos manos. Daubenton, principal asistente de Buffon, señaló el sistema de Linneo como falso e inapropiado. Muchos naturalistas señalaron que esta noción era herética, ya que según la Biblia el hombre había sido creado a imagen de Dios. Los naturalistas anteriores a Linneo se habían enfrentado duramente a los problemas clasificatorios, John Ray había utilizado el término vivíparos para unificar las ballenas como los cuadrúpedos terrestres, sugiriendo que el término Pilosa era más apropiado que el de quadrupedia. Pero Linneo acabó eligiendo el término mammalia, señalando en su defensa que incluso quienes no pensaran que los hombres caminaran sobre las cuatro extremidades, debían admitir que se alimentaban de la leche materna. En 1758 señalaba que solamente los mammalia tenían mamas. El término tuvo una amplia aceptación, aunque por supuesto hubo detractores como Buffon, que criticaba globalmente el sistema linneano porque pensaba que el deber del naturalista era describir con precisión cada animal (reproducción, alimentación, costumbres y habitat) y no dividirlos en grupos artificiales empleando una oscura terminología grecolatina. Estaba particularmente ofendido por la preeminencia que Linneo daba a las mamas. Pero hasta el siglo XIX no fue un término universalmente admitido.

Mucho antes de Linneo, los pechos femeninos habían sido un poderoso icono de la cultura occidental, representando tanto lo sublime como lo bestial de la naturaleza humana, desde los pechos grotescos de las brujas hasta la figura revolucionaria de Mariana. Desde Diana de Efeso, hasta la imagen de la Naturaleza, los pechos simbolizan generación, regeneración y renovación. Linneo creó el término Mammalia en respuesta a la pregunta del lugar de los humanos en la naturaleza, ya que había que encontrar un término apropiado que uniera a los hombres con los animales, eligiendo los pechos como el icono del grupo superior de animales, y al elegir una característica femenina, rompía con la tradición que consideraba a la mujer como un varón imperfecto. Al honrar las mamas como un símbolo de la clase superior de animales, Linneo daba un nuevo valor a la mujer, especialmente su papel único en la revolución. Es importante señalar que en el mismo tomo que introducía el término mammalia, lo hacía con el vocablo Homo sapiens: de esta manera, una característica femenina (las mamas) une a los humanos con los animales, mientras una masculina (la razón) los separa.

En la tradición cristiana, la leche ha sido considerada como una sustancia provechosa tanto para el cuerpo como para el espíritu, y la leche de la Virgen era signo de gracia y de misterio eterno. Como Marina Warner ha señalado (Alone all her sex: the Myth and the Cult of the Virgin Mary, 1976), la Virgen no padeció ninguno de los dolores ni placeres asociados con la crianza de los hijos (menstruación, parto), salvo la lactancia. La Madonna amamantando al niño es la imagen de la madre Iglesia, pero al mismo tiempo la leche materna infundía conocimiento (San Agustín se imaginaba a sí mismo bebiendo de los pechos de la Sabiduría), y era valorada por sus virtudes medicinales y espirituales. Y Rousseau, que acuñó el vocabulario de la nueva domesticidad, celebraba el nuevo poder de las mujeres para alimentar a los futuros hijos del estado (un poder, naturalmente, confinado a los límites del hogar).

La fascinación europea por los pechos femeninos proveyó de un clima receptivo a la nueva terminología de Linneo, pero también se seguían consecuencias políticas de ello. Se trataba de relegar a la mujer al cuidado de los hijos creando una nueva valoración de la maternidad, y Linneo estuvo directamente implicado en la campaña para abolir la lactancia mercenaria, exponiendo una disertación sobre el rema en 1752 en la que señalaba las funestas consecuencias de esta práctica, que violaba las leyes de la naturaleza. El término linneano de los mamalia ayudó a legitimar la división sexual del trabajo en la sociedad europea , viendo a las mujeres de todas las especies como madres amorosas, una visión que se proyectó en el conocimiento europeo de la naturaleza. La historia de este término nos muestra cómo la ciencia nunca es neutral. Encontró una solución para unir a las ballenas con sus congéneres terrestres pero también para ubicar la naturaleza humana y la femenina
.

Extractado de Londa Schiebinger, "Why Mammals are Called Mammals: Gender Politics in the Eighteenth Century Natural History", The American Historical Review, 98-2, 1993. Ilustración: semivulpa,  extraída de Jan Jonston, Historia naturalis de quadrupedibus (1650), inter 128-129.

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