Pasado un tiempo tras la publicación de las descripciones de Pigafetta y Transilvanus, la creencia en este perpetuum mobile sin patas fue convirtiéndose en un hecho aceptado, aunque con diversos matices que no harían sino aumentar la paradoja en torno a sus rasgos y costumbres. Así, Girolamo Cardano, en su obra De Subtilitate, del año 1550, sostendrá que la manucodiata carece de patas pero puede servirse de sus plumas para colgarse de las ramas de los árboles y descansar. Señala, además, que el macho posee una cavidad en su espalda para que la hembra pueda incubar los huevos en pleno vuelo, y que el único alimento de estas aves es el rocío. Esta información fue copiada y comentada por muchos autores posteriores, entre ellos Pierre Belon, quien en su obra L’histoirede la nature des oyseaux propone identificar el ave ápoda descrita por Cardano con el ave fénix. Curiosamente, tres años antes, Francisco López de Gómara, en su Historia General de las Indias, de 1552, había incluido una descripción del ave del paraíso en la que, como Pigafetta, hacía referencia explícita a sus patas, «largas un palmo». Pero el dato, tan significativo, o bien pasó inadvertido o, como señala José Julio García Arranz (Ornitología emblemática, 1996), fue silenciado por los autores posteriores. El hecho de que Conrad Gesner -en el tercer volumen de su historia de los animales, dedicado a las aves y publicado en el año 1555- avalara la hipótesis de la ausencia de patas citando el testimonio de testigos pertenecientes a su círculo de corresponsales contribuyó sobremanera a asentar la fama legendaria de la manucodiata. En su obra Gesner incluyó también una imagen del ave que pronto se convertiría en un referente iconográfico, reproducido, como veremos más adelante, en multitud de tratados naturalistas o de otras temáticas.
La literatura emblemática en particular pronto se hizo de eco de las historias en torno a este ave, cuyos hábitos y singular fisionomía inspirarían las más variadas interpretaciones de orden moral y religioso. Publicada en 1564, Emblemata, de Johannes Sambucus, es considerada la primera obra que incorporó el caso del ave del paraíso a un libro de emblemas. Bajo el lema «Vita irrequieta» («Vida sin descanso»), en alusión al vuelo constante del ave, la referencia a la manucodiata fue interpretada como una exaltación a la vida activa y diligente. Diez años más tarde, Luca Contile se serviría del mismo motivo para comparar la ligereza del ave con las aspiraciones elevadas del hombre virtuoso. Asimismo, Juan de Borja, en su obra Empresas morales, de 1581, el primer libro de emblemas publicado en castellano, empleó este ave «sin ningun pie» para aludir a aquellos individuos que optan por una vida retirada y tranquila en lugar de asumir proyectos que no están a la altura de su potencial y valía. Por último, uno de los usos emblemáticos del ave más conocidos y citados fue el de Joachim Camerarius, que incluyó una empresa dedicada a la manucodiata en el tercero de sus cuatro libros de emblemas de temática naturalista, publicado en 1596. Bajo el lema «Negligit ima» («Descuida lo más bajo»), ya empleado unos años antes por Giulio Cesare Capaccio en un emblema basado en el mismo motivo, el ave representaría, de nuevo, el desinterés de las personas virtuosas por los asuntos mundanos y su preferencia por los temas elevados.
Mucho de este simbolismo emblemático quedó recogido en el último gran tratado naturalista de la centuria dedicado a las aves, la obra Ornithologiae, de Ulisse Aldrovandi, publicada en 1599. Fiel a su estilo y afanes enciclopédicos, el naturalista boloñés se basó en las más diversas fuentes para reunir la información más actualizada sobre este pájaro –según su criterio también- desprovisto de patas. Amplió, además, el repertorio iconográfico al aportar cuatro nuevas imágenes, además de la ya publicada por Gesner, para cada una de las cinco especies de ave del paraíso discutidas en su texto.
Extractado de José Ramón Marcaida López, Juan Eusebio Nieremberg y la ciencia del Barroco, Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid, 2011, pp. 249-252. Ilustración: aves del paraíso, en Conrad Gesner, Historiae anialium lib. III qui est de avium natura (1555), y Ulises Aldrovandi, Ornithologiae (1599).