En 1929 Tintín realizaba su primera aparición en Le Petit Vingtième, y ya estaba acompañado de Milou. El primer album, Au pays des soviets, se titulaba Les aventures de Tintin et Milou, y en el album siguiente (Tintin au Cong)(1930) Milou desempeña un papel fundamental, ya que llega a ser coronado rey, pero no aparece en el título, lo que volverá a suceder en todos los albumes siguientes. Ya son las aventuras de Tintín, y Milou, además, no muestra ningún entusiasmo por cuanto, jugando el papel de Casandra, siempre invita a Tintín a la prudencia, recordándole los incidentes y las peripecias que pueden venir. Cuando el capitán Haddock entra en escena a partir de Le Crabe aux pinces d´or (1940), Milou retrocede en la jerarquía de los personajes, y más aún cuando el profesor Tornasol aparece en Le Trésor de Rackham le Rouge (1942). El mismo Tintín a veces no está en primer plano y es el mero hilo conductor de la historia, jugando con frecuencia el papel de estrellas Haddock y Tornasol, junto a Dupond y Dupont (Hernández y Fernández en español) como artistas invitados. En cuanto a Milou, con el tiempo va perdiendo su carácter fuertemente humanizado, y se convierte en un simple perro. Pero sigue siendo un perro que habla, se dirige a su dueño, da su opinión, juzga a los acontecimientos y a los personajes. Se le habla, se le responde, pero ninguno de los protagonistas parece entenderle ni escucharle, ya que las palabras de Milou están dirigidas sobre todo al lector, del mismo modo que las palabras que Tintín le dirige a su perro. Hergé utiliza con gran finura la técnica del "bocadillo", en línea continua para los personajes que hablan, en forma de nube para los que piensan. En este sentido, se acerca a Snoopy, pero si Snoopy acaba superando a su dueño, Milou siempre se queda en un segundo plano.
Milou es un fox terrier, muy común en los años veinte en la buena sociedad belga, francesa, inglesa y escocesa. Gustaba su fuerte personalidad, su carácter tenaz, y su inteligencia superior a la de otros perros. Aunque fuesen temerarios, a veces imprudentes, y a menudo rebeldes, ello no ensombrecía su buena reputación. Para Hergé, dotarle de este perro, era un medio de ubicar a Tintín en un determinado grupo social, ya que el protagonista no es ni un proletario ni un pequeño burgués. En su origen, el fox terrier es un perro destinado a la caza, muy frecuente en Inglaterra y Escocia hasta mediados del siglo XX. Su pequeña talla, unos cuarenta centímetros, su coraje y su fuerte mandíbula, le permitían resistir a los ataques del zorro. Convertido en animal de compañía, siempre ha conservado su instinto de cazador, y una feroz determinación para atacar gatos y ratas. Pero es un jugador infatigable, le gusta caminar por el barro, divierte a los niños y recrea a sus dueños. Es posible que Hergé se haya inspirado en el famoso César, fox terrier blanco propiedad de Eduardo VII de Inglaterra (1901-1910), que viajó por Europa con su dueño y que fue presentado a numerosos soberanos y jefes de estado. Brillante y malicioso, pero bastante feo, juega malas pasadas a los criados encargados de su mantenimiento (tiene derecho a un baño tres veces por semana) y hace las delicias del público y la prensa en las ceremonias oficiales. Cuando el rey falleció, César tuvo el derecho de asistir al cortejo fúnebre, y la reina viuda Alejandra siguió ocupándose de él, pero el perro estaba desconsolado por la muerte de su amo, falleciendo cuatro años más tarde. Después de la guerra, se le erigió una estatua en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor junto a la tumba de Eduardo VII, no lejos de las placas funerarias de los caballeros de la orden de la Jarretera.
Extractado de Michel Pastoureau, Les animaux célèbres, París, Arléa, 2008, pp. 282-287.