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GLYNIS RIDLEY. CLARA´S GRAND TOUR (2004). Arturo Morgado García

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En la entrada del 20 de junio de 2010 hicimos alusión a Clara, la rinoceronte viajera del siglo XVIII. Pues bien, aquí ofrecemos el trabajo dedicado al periplo europeo de este animal escrito por Glynis Ridley, profesora de estudios del siglo XVIII en la universidad de Louisville (Kentucky, USA).

Título completo: Clara´s Grand Tour. Travels with a Rhinoceros in Eighteenth Century Europe. Nueva York, Atlantic Monthly Press, 2004. Indice:

1. First, catch your Rhino and Send it to Sea. 2. Of Anatomies and Advertising. At Home in Holland. 3. To Entertain an Empress. Taking the Holy Roman Road. 4. Pretty in Porcerlain. The Muse of Meissen. 5. If Hannibal Could do it. Rafting the Rhine. 6. All Things to All Men. 7. Lying Down with the lion. Carnival in Venice. 8. Ready Rhino. At Last Bow in London.


BRIAN W.OGILVIE: THE SCIENCE IN DESCRIBING. NATURAL HISTORY IN RENAISSANCE EUROPE (2006). Arturo Morgado García

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Aunque referido básicamente a la botánica, la obra de Ogilvie es interesante por ofrecernos una panorámica general de la historia natural del siglo XVI. El autor, doctor por la Universidad de Chicago, y profesor de historia en la universidad de Massachusets Amherst, está especializado en la época del Renacimiento, la historia de la ciencia, y la historia religiosa. La obra que nos ocupa vio la luz en 2006, aunque la edición que utilizamos es la de bolsillo editada en 2008 por The University Chicago Press. Desde una perspectiva zoológica, es especialmente destacable, dentro del capítulo quinto, el epígrafe titulado Las maravillas del norte, donde la referencia a nuestro entrañable Olao Magno es de rigor.

Indice.

1. Introduction. Setting the Stage: The Invention Natural History in the Renaissance. Natural History and Renaissance Culture. Methodological Problems: Experience and Practice.

2. The World of Renaissance Natural History. Four Generations of Renaissance Naturalists. The Preemninence of Botany. A Collective Enterprise. What made a Naturalist? The Geography of Natural History. Natural History in Local Communities. Shared Activities: Herborizing. The Community of Naturalists and teh Republic of Letters. The Imagined Community. Conclusion.

3. The Humanist Invention of Natural History. The Invention of a Tradition. Nature in Medieval and Renaissance Literature. Cognitio Historica and Natural History. Humanist Scholarship and Ancient Natural History. Humanist Natural History in Practice: Euricius Cordus. Conclusion: Dioscorides and Renaissance Natural History.

4. A Science of Describing. Experiencing Nature. Reproducing Experience. The Primacy of the Visual. Conclusion: From Local to Universal Knowledge.

5. Common Sense, Classification, and the Catalogue of Nature. The Unexpected Consequences of the Science of Describing. Evaluating the Unknown: Renaissance Naturalists and Travelers´Tales. The Wonders of the North. Epilogue: A New Sensibility?

6. Conclusion: What Was "Renaissance Natural History"?

ANTONIO BARRERA-OSORIO: EXPERIENCING NATURE (2006). Arturo Morgado García

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La obra que presentamos es la Ph. D. presentada por el autor en la Universidad de California bajo la dirección de Paula Findlen, gran especialista en los gabinetes de curiosidades de la época moderna. Barrera, en la actualidad profesor asociado de Historia en la Colgate University (Nueva York), nos muestra cómo la necesidad de los españoles de acumular información sobre sus colonia americanas, dio origen a prácticas científicas empíricas, así como a su institucionalización, lo que fue la principal contribución española a la primera Revolución científica.

En lo que se refiere a los animales, que es lo que nos interesa particularmente, nos muestra cómo los productos naturales del mundo atlántico carecían de referencias en la tradición clásica, y, aunque algunas veces los textos proporcionaban alguna pista, no era lo suficientemente específica. El manatí es una buena prueba de ello, los observadores decidieron que era una sirena masculina, pero aunque los autores clásicos tenían mucho que decir sobre sirenas, nunca habían imaginado una masculina. Las disparidades entre el conocimiento clásico y la experiencia del Nuevo Mundo provocaron una reorganización de los modelos epistemológicos, iniciándose el proceso de erosión de la autoridad del mundo impreso.

En el resto del capítulo se dedica a analizar las obras de Oviedo, Acosta, y Monardes, que ya hemos comentado en otras entradas, concluyendo cómo los historiadores naturales, médicos, comeriantes y coleccionistas proporcionaron nueva información, y situaron sus experiencias, relaciones y colecciones en el centro de una nueva aproximación epistemológica a la naturaleza. Desde todas estas actividades fue surgiendo el empirismo que caracterizó las nuevas prácticas científicas de los siglos XVI y XVII.

Indice.

1. Searching the Land for Commodities.
2. A Chamber of Knowledge: The Casa de la Contratación and Its Empirical Methods.
3. Communities of Experts: Artisans and Innovation in the New World.
4. Circuits of Information: Reports from the New World.
5. Books of Nature: Scholars, Natural History and the New World.

Título completo: Experiencing Nature. The Spanish American Empire and the Early Scientific Revolution, Austin, University of Texas Press, 2006, interesan las páginas 101-127.

ANNEMARIE JORDAN GSCHWEND: THE STORY OF SULEYMAN (2010). Arturo Morgado García

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Anne Marie Jordan Gschwend, independent scholar residente en Suiza y dedicada a la historia del arte y de la cultura en el siglo XVI, ha trabajado recientemente en la presencia de los animales exóticos en la corte portuguesa del Quinientos, siendo uno de sus trabajos principales el dedicado a las mascotas de la corte habsburguesa que realizara en colaboración con Almudena Pérez de Tudela y del que dimos cuenta en dos entradas publicadas el 31 de diciembre de 2010.

Los monarcas lusos, a lo largo del siglo XVI, habían recibido elefantes en repetidas ocasiones aprovechándose de sus conexiones comerciales y marítimas con la India. Uno de ellos sería Suleyman, un pequeño elefante que desde las selvas de la isla de Ceilán acabaría llegando a Lisboa via Goa, la capital de la India portuguesa, en 1542, continuando su viaje por tierra hasta Valladolid, donde causó las delicias del, por entonces un niño, don Carlos, primogénito del futuro Felipe II, y finalmente a Barcelona, desde donde embarcaría en compañía de su mahout hindú hasta Génova, estando a punto el barco en el que viajaba de ser apresado por los piratas franceses. Una vez desembarcado en la ciudad italiana cruzaría los Alpes austríacos, llegando a Innsbruck y finalmente a Viena, donde entraría triunfalmente en 1552, siendo el primer elefante que se había visto en tierras austríacas. Allí, como es evidente, causó una enorme sensación, siendo la estrella de la menagerie que Maximiliano II, hijo de Fernando I, Rey de Romanos y hermano del emperador Carlos V, mantenía en el palacio de Ebersdorf, a las afueras de Viena. Nuestro elefante, empero, fallecería al año siguiente, y su cuerpo disecado fue entregado al duque Alberto V de Baviera para que formara parte de su Kunstkammer en Munich, donde permanecería durante muchos siglos. Y su legado se reflejaría además en los sucesivos elefantes que acabaron llegando a Centroeuropa, como el que arribaría en 1563 y sobreviviera al menos hasta 1577, un año después del fallecimiento de Maximiliano II.

Esta historia, aparentemente sin trascendencia, nos revela muchas cosas: expansión colonial europea, relaciones comerciales, regalos principescos como medio de fortalecer alianzas diplomáticas, vida cortesana, el amor por los mirabilia y los exotica tan propio de la cultura renacentista, y la utilización de los animales como un símbolo de poder, lo que se remonta al mundo antiguo. Y, también, algo que se suele olvidar con demasiada frecuencia: el papel que tuvieron los imperios ibéricos, sobre todo el portugués, en la primera globalización de la historia, acaecida en el siglo XVI, globalización que, obviamente, se extendería también al mundo animal.

Referencia completa: Annemarie Jordan Gschwend, The story of Suleyman. Celebrity elephants and other exotica in Renaissance Portugal, diseño de Deborah Larkin, Zurich, 2010.

ANIMALES EN LA UNIVERSIDAD DE YORK. Arturo Morgado García

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La profesora Helen Cowie es Lecturer in History en el Department of History de la Universidad de York, en Gran Bretaña. Es miembro del Centre for Eighteenth Century Studies, y su línea de investigación se centra en la historia cultural de la ciencia, con un énfasis particular en la historia de los animales. Su tesis doctoral, de la que hablaremos con mayor profundidad en otra entrada, Conquering nature in Spain and its empire 1750-1850 (publicada en 2011), analiza el cultivo de la historia natural en el mundo hispánico durante este período. Este interés por el mundo animal también lo ha trasladado a nivel docente, por cuanto en el Grado de Historia ofrece un curso sobre The History of animals in Europe, 1650-1850, del que entresacamos la siguiente información:

This module studies the history of animals in Europe from 1650-1850. It explores the role of animals as subjects for exhibition, scientific specimens, household pets and objects of commerce or diplomatic exchange, examining how attitudes towards the animal world changed from the seventeenth to the nineteenth centuries. Taking a comparative transnational approach, the module addresses the ethics surrounding the treatment of animals and situates the history of animals within a wider context of social, imperial and cultural history. Key topics covered include farming, hunting, the exotic animal trade, zoological gardens and menageries, the creation and popularisation of zoological knowledge and pet-keeping. The provisional outline for the module is as follows:

  1. Animals as food: British beef to Victorian vegetarians
  2. Animals as domestic pets: companions, accessories, and pedigree pooches
  3. Conceptions of cruelty: blood sports, animal protection organisations and animal welfare legislation
  4. Exotic animals in Europe: elephants, education and entertainment, Part 1: Zoological gardens – origins, evolution and rationale
  5. Exotic animals in Europe, Part 2: Travelling menageries and circuses – animals as performers.
  6. Animals and Science, Part 1: Animals in the museum – collection, study and exhibition.
  7. Animals and Science, Part 2: Animals in the laboratory – the ethics of vivisection.
  8. Zoology for the masses: teaching natural history through texts, lectures and exhibitions.
Su oferta alcanza también a los postgraduados, a los cuales imparte un curso sobre Exotic animals in Europe, 1650-1850: Exhibition, Education and Entertainment, en cuya página web podemos leer lo siguiente:

Exotic animals have functioned ad different times as symbols of power, scientific specimens, items of commerce and sources of education and entertainment. This module explores the multiple roles of exotic animals in the period 1650-1850, considering how and why they were collected, where and to whom they were exhibited and what reactions they generated.

The module traces zoological collections from private princely menageries and wunderkammern to public zoological gardens and museums in the early nineteenth century. Knowledge about exotic animals was formed both in the field and in the museum or laboratory. This information was then disseminated through exhibitions, lectures and popular works of natural history. The module situates the study and exhibition of animals within a wider passion for collecting and learning about the natural world and it considers how advances in taxidermy, shifts in taxonomy and the discovery of new species like the platypus shaped elite and popular conceptions of zoology. Attention is also paid to travelling wild beast shows, whose extensive travels and affordable admission prices democratised the study of natural history and literally brought elephants to the doors of the masses. A variety of primary sources will be used to explore changing understandings and conceptions of exotic animals. These include contemporary newspaper accounts, zoological illustrations, guides to zoological collections and scientific texts. The likley seminar programme is as follows:

  • Introduction
  • Princely menageries and cabinets of curiosity: exoticism, luxury and power
  • Travelling shows: animals in the fairground
  • Zoological gardens: animals, community and imperial identity
  • The natural history museum: animals as scientific specimens
  • Sport, profit and science: collecting and studying exotic animals in the field
  • Animals on the page: natural history literature and popular zoology
  • Nature and art: representing animals
  • Man and beast: ethnographic exhibits.

HELEN COWIE: CONQUERING NATURE IN SPAIN AND ITS EMPIRE (2011). Arturo Morgado García

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Parece que por fin en el mundo académico anglosajón se están dando cuenta de las aportaciones españolas al conocimiento científico, y fruto de este interés es la obra de Helen Cowie, profesora en la universidad de York. El libro que aquí presentamos, Conquering nature in Spain and its empire (1750-1850)(Manchester University Press, 2011) examina el estudio de la historia natural en el ámbito hispánico durante este período. Transcribimos los comentarios de la autora al respecto:

My doctoral research explored the study of natural history in the Spanish Empire in the years 1750-1850. During this period, Spain made strenuous efforts to survey, inventory and exploit the natural productions of its overseas possessions, choreographing a series of scientific expeditions to the New World and cultivating and displaying American fauna, flora and minerals in metropolitan gardens and museums. I studied the tactics used to acquire specimens, examining both the contribution of formal scientific expeditions, orchestrated by the Spanish Crown and the less glamorous, but equally valuable, remissions of specimens made by overseas bureaucrats, priests and military personnel, who responded to royal orders requesting plants, animals and ethnographic artefacts. I considered how and where knowledge about the natural world was created, assessing the relative merits of the field and the botanical garden or museum as sites for scientific research. I also highlighted the transatlantic dimension of natural history in the Hispanic World, discussing the role of colonial naturalists within the imperial scientific project and the emergence of national scientific institutions in Spanish America in the post-independence period.

Indice. Morals and monuments. Sloth bones and anteater tongues. Nature on display. Peripheral vision. The creole conundrum. Civilisation and barbarism. Naturalistes sans frontières.

LOS ANIMALES EN LA HISTORIA Y EN LA CULTURA (2011). Arturo Morgado García

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Dedicamos esta entrada a nuestro libro, fruto del congreso celebrado en la Universidad de Cádiz a lo largo del mes de octubre de 2010, y que ya reseñamos en este blog en su momento, y en el que contamos en todo momento con la inestimable colaboración de la Asociación Ubi Sunt, a la cual manifestamos desde aquí nuestro más profundo agradecimiento. La obra ha sido editada por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, corriendo la coordinación de la misma a cargo de José Joaquín Rodríguez Moreno y del firmante de esta entrada.

Indice.

Introducción. Arturo Morgado García y José Joaquín Rodríguez Moreno. Universidad de Cádiz. Una visión cultural de los animales. Arturo Morgado García. Universidad de Cádiz. Los animales en la religión griega antigua: las serpientes. Joaquín Ritoré Ponce. Universidad de Cádiz. Representaciones zoomórficas en la moneda antigua del círculo del Estrecho. Elena Moreno Pulido. Universidad de Cádiz. Bizancio y el mundo animal. Francisco Javier Ortolá Salas. Universidad de Cádiz. El simbolismo de los animales en los escudos heráldicos medievales. Los blasones de Jerez de la Frontera. Enrique José Ruiz Pilares. Universidad de Cádiz. Serpientes sibilantes y otros animales diabólicos. María Tausiet. CSIC. El gato en History of foure-footed beasts de Edward Topsell. Cristina Agudo Rey. Universidad de Cádiz. Los monstruos híbridos en la Edad Moderna. Alejandra Flores de la Flor. Universidad de Cádiz. De leoneras, ménageries y casas de fieras. Algunos apuntes sobre el coleccionismo zoológico en la Edad Moderna.Carlos Gómez-Centurión Jiménez. Universidad Complutense de Madrid. El proteccionismo hacia los animales: interpretación histórica y visión nacional. José Marchena Domínguez. Universidad de Cádiz. La guerra de las bestias. Una lectura de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial a través de los comics de animales. José Joaquín Rodríguez Moreno. Universidad de Cádiz. El bestiario fantástico de Joan Perucho. Angeles Prieto Barba. Universidad de Cádiz.

Datos de la obra: Arturo Morgado García y José Joaquín Rodríguez Moreno (eds.), Los animales en la historia y en la cultura, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 2011, 249 pags., ISBN 978-84-9828-351-8.

ANDREE CORVOL: HISTOIRE DE LA CHASSE (2010). Arturo Morgado García

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Vinculada al CNRS francés, Andrée Corvol destaca por sus estudios sobre el papel de los árboles y los bosques durante el Antiguo Régimen. En esta ocasión presentamos un trabajo de índole más animalística, dedicado al estudio de la caza a lo largo de la historia.

Indice.

Premiére partie. Affrontements XVIe-XVIIe siécles. 1. Honorer l´animal. 2. Les ayants droit. 3. Consommer l´animal. 4. Les braconniers.
Deuxiéme partie. Condamnations XVIIIe-XIXe siécles. 5. Une menace constante. 6. L´organization de la lutte. 7. Une passion dévorante. 8. La communauté des chasseurs.
Troisiéme partie. Contestations XIXe-XXIe siécles. 9. Espéces en danger. 10. Célébrer la vie. 11. Drôles de bêtes. 12. Négocer la paix.


Datos de la obra: Andrée Corvol, Histoire de la chasse. L´Homme et la Bête, París, Perrin, 2010, 577 pags.

CARLOS GOMEZ-CENTURION JIMENEZ: ALHAJAS PARA SOBERANOS (2011). Arturo Morgado García

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Nos cabe el inmenso placer de reseñar la obra de nuestro buen amigo Carlos Gómez-Centurión, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid. No tenemos la menor duda de que constituirá todo un hito en la historiografía española, por cuanto constituye, que sepamos, el primer intento serio de introducir los Animal Studies en el modernismo español. El ámbito de interés del autor es el estudio del coleccionismo zoológico por parte de los Borbones españoles, que describe con grandes dosis de erudición, conocimiento de las fuentes y de la bibliografía extranjera, imaginación, y una pizca, muy de agradecer, de fina ironía. Podemos encontrar en sus páginas vívidas descripciones del elefante de Carlos III, los peces de colores del Buen Retiro, los loros del Palacio Real, y tantos otros especímenes, peninsulares o exóticos, que recrearon la vista de sus majestades, fueron recogidos por nuestros naturalistas, o sirvieron como fuente de explotación económica. Y todo ello muy bien contextualizado, por cuanto la tenencia de estas criaturas implica relaciones comerciales y diplomáticas, conocimientos científicos, recursos hacendísticos, e infraestructura cortesana.

La lectura de la obra nos deja con un regusto de cierta amargura, por cuanto observamos cómo los ímprobos esfuerzos carlotercistas comenzaron a flaquear durante el reinado de su incompetente sucesor, y se fueron al traste finalmente durante la Guerra de Independencia, cuyas nefastas consecuencias en la evolución cultural y económica de nuestro país aún no ha sido puestas de relieve lo suficiente, por cuanto la historiografía ad usum Delphinis ha insistido más en la heroica resistencia patria frente al francés, o en los inicios de un nuevo modelo político con la Constitución de 1812, que en poner de relieve que el conflicto supuso un fuerte mazazo a los intentos modernizadores de los Borbones (o, más bien, de sus ministros). Pero nos queda el consuelo de comprobar cómo el coleccionismo zoológico del siglo XVIII fue una muestra más de la vitalidad, la imaginación, y el afán por conocer, de un país al que le quedaba muy poco tiempo para dejar de ser un imperio mundial.

Indice.

1. Introducción. Un coleccionismo de prestigio. Mercancías vivas.
2. La fauna exótica de los Reales Sitios. Una tradición heredada: la Leonera del Buen Retiro. Más animales en el Retiro. Un elefante para el rey: los pequeños zoos de San Ildefonso y Aranjuez. Por grandeza: la camellada de Aranjuez. Exóticos pero útiles: la vaquería suiza y las cabras de Angora. Los aviarios: la Casa Reservada de las Aves. Una nueva moda: las faisaneras. En los estanques: peces y aves acuáticas.
3. Los animales de cámara. Sin etiqueta ni ceremonia: animales de placer. Al cuidado de los animales de cámara: los pajareros. Voces prodigiosas: los pájaros cantores. Impertinentes y consentidos: los loros parlantes. Los privilegiados: falderos y otros perros de cámara. Presencias insólitas: titíes, ciervos ratón y otros animalejos.
4. Epílogo. Sentir a los animales.

Datos completos: Carlos Gómez-Centurión Jimémez: Alhajas para soberanos. Los animales reales en el siglo XVIII. de las leoneras a las mascotas de cámara, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2011, 447 págs.

NECROLOGICA. Arturo Morgado García

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Acabamos de recibir con pesar la triste noticia del fallecimiento de nuestro buen amigo, Carlos Gómez-Centurión. Profesor titular de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, en este blog hemos tenido sobrada ocasión de hacer referencia a sus magníficas publicaciones sobre los animales en la corte española dieciochesca, así como de su extraordinario libro, Alhajas para soberanos. Habíamos contado asimismo con su presencia en el congreso Los animales en la historia y en la cultura que celebramos en Cádiz en octubre de 2010, momento al que corresponde esta fotografía. Se nos ha ido demasiado pronto, cuando estaba pletórico de ilusiones, de proyectos, y de esperanzas. Estés donde estés, descansa en paz, querido amigo, junto a tus bichejos borbónicos.

MICHEL PASTOUREAU: BESTIAIRES DU MOYEN AGE (2011), Arturo Morgado García

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Muy recientemente, el medievalista francés Michel Pastoureau, del que recomendamos vivamente la lectura de su obra El oso. Historia de un rey destronado, nos ha deleitado con esta obra, en la cual aborda el tratamiento de las diferentes especies animales a través de los bestiarios y las enciclopedias del Medievo. En sucesivos capítulos nos habla de los cuadrúpedos salvajes (el león, el oso, el jabalí, el lobo, la pantera, el tigre, el unicornio, el elefante, el mono), domésticos (el caballo, el asno, el buey, el carnero, el perro y el cerdo), pájaros (el águila, el halcón, el cuervo, la paloma, el cisne, el gallo, el avestruz, la grulla, la cigueña), los seres acuáticos (los monstruos marinos, la ballena, los peces, la ostra, la foca, la sirena, el cocodrilo y el hipopótamo) y las serpientes (de las que destaca el drágón) y los insectos. Todo ello, magníficamente ilustrado, acudiendo a la formidable colección de manuscritos medievales que posee la Biblioteca Nacional de Francia.

Datos de la obra: Michel Pastoureau, Bestiaires du Moyen Age, París, Du Seuil, 2011, 237 págs.

MARIA ROSARIO GARCIA HUERTA y FRANCISCO RUIZ GOMEZ: ANIMALES SIMBOLICOS EN LA HISTORIA (2012). Arturo Morgado García

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El profesor Francisco Ruiz Gómez, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Castilla la Mancha, nos ha remitido con gran amabilidad esta obra, fruto de un congreso celebrado en dicha universidad a finales de 2010. No nos cabe la menor duda que constituirá, ya desde su misma publicación, un hito fundamental en los Animal Studies de nuestro país.

1 Los animales en el contexto funerario de la Meseta céltica. M.ª Luisa Cerdeño y M.ª Rosario García Huerta.
2 “¡Que viene el lobo!” De lo real a lo imaginario: aproximación a la fauna ibérica de la Edad del Hierro. Consuelo Mata Parreño y Lucía Soria Combatiera.
3 Tránsito, muerte, poder y protección. Leones en el imaginario ibérico, Jorge García Cardiel.
4 Motivos animales en las trompas de guerra célticas, Gabriel Sopeña Censor.
5 Atributo de dioses, compañero de hombres: el grifo en la cerámica griega de Iberia, Sara Arroyo Cuadra.
6 Sobre caballos, caballeros y sacrificios cruentos en la Roma republicana y en Hispania, Fernando Quesada Sanz.
7 Los animales en la pintura romana:¿motivos decorativos o elementos simbólicos?, Carmen Guiral Pelegrín.
8 La significación de los animales en la literatura y la filosofía clásica, Agustín Muñoz-Alonso López.
9 El simbolismo animal según los clérigos de la Edad Media:Entre el dualismo maniqueo y la polivalencia. Jacques Voisenet.
10 Leones y águilas. Política y sociedad medieval a través de los símbolos faunísticos. Dolores Carmen Morales Muñiz
11 El cordero místico. Espiritualidad, iconografía y liturgia en la Edad Media. Raquel Torres Jiménez.
12 El hombre y las animalias. El discurso simbólico de la razón. Francisco Ruiz Gómez.
13 Lobos y corderos. Animales en el universo simbólico de la heráldica nobiliaria. M.ª Concepción Quintanilla Raso.
14 Castillos, dragones y otras bestias: a propósito del simbolismo animal ligado a las fortificaciones medievales. Jesús Molero García.
15 Gusanos, serpientes y dragones. Fauna punitiva en las geografías del Más Allá . Ángela Muñoz Fernández.
16 Un “zoológico” en la Biblioteca de la Catedral de Toledo . M.ª José Lop Otín.
17 Animales y bestias como protagonistas de la literatura apocalíptica Judeocristiana. Jorge Cuesta Fernández
18 Los animales como decoración en los manuscritos hebreos: el caso de la Biblia de Cervera . Verónica Vives.
19 El simbolismo animal en las colecciones de arte medieval del MET. Fernando Villegas Sebastián.
20 Jugar en Saraquštah: figuritas zoomorfas procedentes del barrio del teatro romano de la Zaragoza andalusí .Ieva Reklaityte.

Datos de la obra: María Rosario García Huerta y Francisco Ruiz Gómez (eds.), Animales simbólicos en la historia, Madrid, Síntesis, 2012, 448 pags.

MASCOTAS EN LA ANDALUCIA DE 1800. Arturo Morgado García

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Salvo el caso de la corte borbónica, muy bien analizado por Gómez Centurión, la tenencia de animales de compañía ha sido poco estudiada  en España. De momento, nos tenemos que conformar con las informaciones suministradas básicamente por la iconografía y por la prensa periódica, concretamente los anuncios de animales perdidos. En Sevilla, por ejemplo, ya en el Hebdomadario útilpublicado entre 1758 y 1759 podemos encontrar criaturas como loros, canarios, monos y perros. En el Correo literario y económico, por su parte, que prolongaría su andadura entre 1803 y 1806, son frecuentes las referencias a monos y perros. Por lo que se refiere a la vecina Cádiz, la lectura del Diario mercantilnos muestra la aparición, entre 1803 y 1806, de loros y canarios, Esta presencia de animales exóticos como mascotas no debería resultarnos extraña. Su tenencia siempre fue la consecuencia del establecimiento de relaciones mercantiles a larga distancia, y, en este aspecto, la Baja Andalucía constituyó un marco privilegiado debido a sus conexiones con el continente americano. Es por ello que se explica la presencia de canarios originarios de este archipiélago, y loros y monos procedentes de las Américas. Obviamente, las motivaciones de gozar de la compañía de estas criaturas era muy diferente: los canarios interesaban sobre todo por su canto, los loros, por su conocida habilidad de imitar el lenguaje humano, y los monos, por su evidente analogía con el Homo sapiens.

ASTUCIA DE UN MONO.

Tenía un caballero un mono al que había enseñado a jugar perfectamente a las damas y se divertía con frecuencia con este animal. Un día hizo el mono una jugada tan a tiempo que gano la partida, de lo que picado el amo tomo el tablero y se lo tiró a la cabeza, El pobre mono atolondrado pudo huir a un tejado, y aunque procuro su amo que bajara no pudo conseguirlo tan pronto, escarmentado del premio que había sacado de su habilidad. Al fin se dejo persuadir y al otro día se puso a jugar con el caballero, pero con mucho cuidado y haciéndose perdedizo, efectivamente habiéndose presentado otra jugada como la anterior, pero ventajosa para su amo este la hizo y gano el juego, con lo que el mono encontró la suya y asiendo del tablero se lo tiro al amo y al punto corrió a tomar andamio a su tejado.

Correo Literario y Económico de Sevilla, 18 de mayo de 1805



No obstante, hay una ausencia en la prensa que llama sobremanera la atención, y es la de los gatos.  De hecho, es probable que en muchas ocasiones la única justificación de su presencia se debiera a la eliminación de alimañas en el hogar, fundamentalmente roedores, aunque ya en el último cuarto del siglo XVIII se publicaron en España numerosas obras que polemizaban sobre la conveniencia de tener o no gatos en casa so pretexto de eliminar los ratones, dudas que persistieron hasta muy avanzado el siglo XIX.

Sin lugar a dudas, la mascota por antonomasia de la Andalucía finideciochesca era el perro, que desde tiempos muy antiguos ha sido considerado como el símbolo de la lealtad y la fidelidad, aunque algunos teólogos le atribuían ciertas connotaciones diabólicas. Sea como fuere, había perros para todos los gustos: ejemplares de gran tamaño, destinados básicamente a la caza y cuyos propietarios eran varones, y perros falderos sin más utilidad que la de servir de compañía a sus amas, porque mujeres (o, en todo caso, niños) eran sus propietarias en la mayor parte de los casos. Ya desde el Renacimiento nos podemos encontrar con moralistas que denunciaban la excesiva atención que las damas prestaban a sus perros falderos, críticas que podemos encontrar asimismo en la prensa andaluza. Pero, en cualquier caso, el perro era un animal que suscitaba el afecto de sus propietarios, hasta el punto que no es infrecuente encontrar epitafios escritos con motivo de su fallecimiento, y el poeta granadino José Antonio Porcel, que viviera entre 1715 y 1794, sería autor de varios de ellos.  Aunque sea una cuestión que merecería estudios mucho más profundos, parece que en algunos círculos andaluces hacia 1800 ya estaba muy extendido el sentimiento de afecto hacia los animales. No perdamos de vista que la primera Sociedad Protectora de Animales y Plantas que encontramos en España fue fundada en Cádiz en 1872.

Más información en Arturo Morgado García, "Perros, gatos y otros animales de compañía. Mascotas en la Andalucía de 1800", Andalucía en la Historia, 37, 2012. Ilustración: Paul de Vos, Pelea de gatos en una despensa (siglo XVII), Museo del Prado.

LOS ANIMALES EN JUEGO DE TRONOS. Arturo Morgado García

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Ofrecemos en esta entrada un extracto del trabajo de William Blanc, doctorando por la universidad de París con una tesis sobre los animales en la Edad Media, titulado "Le trône de fer. Retour aux sources", publicado en la revista Histoire et images médievales, Editions Astrolabe, agosto-septiembre de 2012, pags. 46-53. Suponemos que la saga Canción de hielo y fuego de R.R. Martin es lo suficientemente conocida como para que sea necesario referirnos a ella. Para quienes consideren esto como un modelo de frivolidad intelectual, les recordamos las palabras del gran medievalista Marc Bloch citadas en el trabajo que Michel Pastoureau dedicara a Ivanhoe (Una historia simbólica de la Edad Media occidental): el historiador no solamente se ocupa del pasado. También se ocupa de lo que hacemos con él.

La saga Trône de fer (es la traducción que le han dado en Francia) se inspira claramente en la época medieval. Las fuentes utilizadas por el autor parecen proceder de los viajes y de la lectura de novelas históricas, como las debidas a Maurice Druon o Ken Follet, más que obras específicamente de historia. El ambiente medieval se encuentra por doquier en esta saga, que se basa en una especie de medievalismo difuso reflejado especialmente en ciertos detalles, como la omnipresencia de los animales.

Podemos percibir a los animales en los escudos de las grandes familias que se disputan el trono de hierro, como el león de los Lannister, el ciervo de los Baratheon, el lobo de los Stark o el dragón de los Targaryen. En este sentido, Pastoureau ha señalado que los animales representan desde la segunda mitad del siglo XII la tercera parte de los símbolos heráldicos, con el león a la cabeza, con un 15%, seguido del águila, con un 2%. La alta nobleza medieval suele preferir animales salvajes más que domésticos, símbolo siempre de sumisión.

En la serie el perro viene ejemplificado por la figura de Sandor Clegane, personaje desfigurado, inquietante, y una bestia al servicio de sus señores, los Lannister. La imagen del perro no es tan negativa en la época medieval, y el desarrollo de la misma corre parejo al fortalecimiento del Estado, que implica la creación de una ética de servicio. Así, los dominicos se autonombraron los domini canes, los perros del señor.

Uno de los rasgos más significativos de Juego de Tronos es la existencia de lazos muy estrechos entre algunos grandes linajes y los animales fantásticos. Los hijos de Ned Stark se distinguen desde el principio de la saga por sus lazos con los lobos huargo (término traducido en francés un poco apresuradamente como loup-garou). El mundo medieval ofrece varios ejemplos de esta clase, ya que las sociedades medievales no vivían la relación entre hombre y animal del mismo modo que a partir de los siglos XVII y XVIII, que marcaron una neta separación entre las bestias y los seres humanos. Así, si existe una jerarquía entre los ángeles y los hombres, tambén la hay entre los animales, encabezados por su rey, el león, que desplaza de este papel al oso desde la Plena Edad Media. Daenerys, por ejemplo, establece un lazo muy profundo con sus dragones, animales muy ambivalentes en la época medieval, asociados a menudo con el diablo, pero también considerados en los bestiarios como los reyes de los reptiles. Los relatos hagiográficos los sitúan a menudo confrontados con los santos, como Santa Marta en Tarascón, o el más conocido san Jorge. Los monarcas medievales también intentraron mostrar que mantenían relaciones privilegiadas con animales aristocráticos, de ahí el nacimiento de las ménageries, precursoras de nuestros zoológicos.

El ciervo es un animal clave en la saga, y en uno de sus episodios se ve a Tywin Lannister discutiendo con su hijo Jaime ante un ciervo muerto en una cacería. La casa Lannister se apresta literalmente a devorar a los Baratheon (cuyo emblema es un ciervo), y en ese mismo capítulo el rey Robert Baratheon fallece. Este simbolismo también se aprecia en la época medieval, en la cual cazar un animal implica apoderarse del espacio sobre el que habita. Pero el aninal también puede ser el doble de su señor.  Uno de los mayores héroes medievales, Alejandro el Grande, ve su muerte anunciada por la de su caballo Bucéfalo.

Estudiar la época medieval a través de Juego de Tronos no es una empresa sin sentido. Al contrario, el medievalismo difuso que impregna la serie permite analizar este período desde una nueva perspectiva.

P.D. del autor de esta entrada: William Blanc ha omitido el kraken de los Greyjoy, quizás porque esta familia se inspira más en el mundo vikingo que en el de la nobleza medieval. Ilustraciones: interpretaciones un tanto libres de los emblemas de los Stark y los Targaryen.


CONGRESO: EL MAR EN LA HISTORIA Y EN LA CULTURA. Arturo Morgado García

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Durante los días 16 a 18 de octubre se celebrará, en el marco de los congresos interdisciplinares organizados por la Asociación Ubi Sunt, el congreso titulado "El mar en la historia y en la cultura", organizado por mi buen amigo José Joaquín Rodríguez Moreno y por el firmante de esta página. Algunas de las contribuciones presentadas abordan los animales marinos, de ahí que le dediquemos una entrada en este blog.

PROGRAMA.

16 de octubre, tarde.

16,30-17,00 horas. Acogida a los asistentes y entrega de la documentación.
17,00-17,20 horas. Apertura.

SECCION: ESTUDIAR EL MAR.

17,20-18,00 horas, Alicia Arévalo, TU de Arqueología (UCA). “La arqueología marítima en España”.     
18,00-18,40 horas, Berta Gasca Giménez, Directora Técnica del Museo Naval de San Fernando “El Museo Naval de San Fernando. Tres siglos de cultura naval en Cádiz”.
18,40-19,00 horas. Descanso.

SECCION: VIAJAR POR EL MAR.

19,00-19,40 horas, Joaquín Ritoré Ponce, TU de Filología Griega (UCA), “Los peligros del mar en la literatura griega”.
19,40-20,00 horas,  Laura Barba Beltrán y Ascensión López Vázquez (UCA), “Viajar por el Mediterráneo/Viajar por el Atlántico”.

17 de octubre, mañana.

11-13,30 horas. Cineforum a cargo de Joaquín Ritoré Ponce. Película: “El motín del Caine”.

17 de octubre, tarde.

SECCION: COMBATIR EN EL MAR.

17,00-17,40 horas, Alberto Gullón Abao, TU Hª América (UCA). “De barcos y cañones: la artillería naval española en el siglo XVIII”.
17,40-18,00  horas, Cristina Agudo Rey (UCA), “El lago español y la armada del mar del Sur”.
18,00-18,20 horas, Jesús Martín (UCA). "El legado de una familia de marinos: los Lazaga"
18,20-18,40 horas. Descanso.

SECCION: LAS CRIATURAS DEL MAR.

18,40-19,00 horas. Elena Moreno Pulido, becaria FPI (UCA), "Sumergidos en Océano. Iconografía oceánica en el Extremo Occidente Antiguo".
19,00-19,20 horas. Israel Santamaría Canales (UCA). “Los animales en el mundo griego. Algunas consideraciones en torno a la fauna marítima en el imaginario helénico”.
19,20-19,40 horas. Marina Camino Carrasco (UCA), “Los animales acuáticos en la Historia natural de Plinio el Viejo”.
19,40-20,00 horas. Francisco Javier Macías Cárdenas (UCA). “Los animales marinos en los bestiarios medievales”.
20,00-20,20  horas. Lidia Pastrana Jiménez (UCA), “Los monstruos marinos en la obra de Ambroise Paré”.
20,20-20,40 horas.Víctor Quiñónez (UCA), "La pervivencia iconográfica de la fauna marina en las monedas del siglo XXI".

18 de octubre, tarde.


SECCION: LA IMAGEN DEL MAR.

17,00-17,40 horas, Arturo Morgado García, CU Historia Moderna (UCA), “La imagen del naufragio en la España del siglo XVIII”.
17,40- 18,00 horas, Alejandra Flores de la Flor, becaria FPI (UCA), “Un mito del Estrecho de Magallanes: los patagones”.
18,00-18,20 horas, Ana Martínez García (UCA), "Luis Seoane, ilustrador del mar. Aproximación a través de las revistas literarias y la edición editorial".
18,20-18,40  horas. Descanso.
18,40-19,20 horas. José Marchena Domínguez, TU Hª Contemp. (UCA), “El mar en las letras de Carnaval”.
19,20-20,00 horas, José J. Rodríguez Moreno, Dor. Tebeoteca UCA, “La visión del mar en la cultura popular estadounidense”.
20,00 horas. Clausura.

P.D. Aunque su obra haya transcurrido por derroteros totalmente distintos a los contenidos de este blog, no podemos dejar de referirnos al fallecimiento de Eric Hobsbawm, uno de los historiadores más lúcidos de todos los tiempos. Su libro "Sobre la historia" contiene una de las críticas más agudas contra los nacionalismos y contra la utilización de la historia por parte de los políticos que hayamos leído, y, viendo los tiempos que corren, sus palabras están de plena actualidad.



ANIMALES PERDIDOS EN LA PRENSA ESPAÑOLA FINIDIECIOCHESCA. Arturo Morgado García

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Es habitual encontrarnos en la prensa española de finales del XVIII referencias a animales, sea porque se hayan extraviado, sea porque se destinen a la compra o a la venta. Llama la atención la gran cantidad de vacas, cerdos, cabras, ovejas, caballos y asnos que encontramos, incluso en grandes ciudades como Madrid, lo que muestra cómo los animales domésticos estaban presentes en el paisaje urbano de las ciudades españolas, pero a nosotros nos interesan particularmente las mascotas, de las cuales, evidentemente, los perros constituyen la inmensa mayoría, aunque también encontramos aves exóticas y monos.  Sin embargo, la presencia de unos y otros varía ligeramente. Sevilla, ciudad muy ligada tradicionalmente al comercio colonial, contaba con una importante presencia de animales exóticos, como “un loro hablador, cantador y divertido, “un canario por lo especial en su canto, “un especial loro tan divertido que su música a lo que informan enfada por tan hablador, “un mono castrado con especiales gracias, “una mica del Brasil especial en habilidades con arreos correspondientes al uso femenino parte nueces y ejecuta otros primores” (Hebdomadario útil sevillano, 1758 y 1759).

 También en Madrid, la corte al fin y al cabo, podemos encontrar animales exóticos: pavos reales puestos a la venta, “una mona de poca edad dócil y nada perjudicial", otra “mansa y leal, un mono grande “que ha salido en una de las corridas de novillos de esta temporada, loros desaparecidos o caídos del balcón,otro a disposición de quien quisiese comprarlo “de la mejor casta de América, muy doméstico, habla mucho y muy claro, canta y es muy particular, otro loro igualmente hablador, algunos papagayos perdidos, un papagayo que habla muy bien, una gallina de Guinea, un guacamayo, y algún espécimen aún menos habitual como una gacela extraviada, un corzo “de dos años muy manso domesticado que tira de un carro con un niño de siete años, el cual le gobierna con mucha facilidad, y hasta un puercoespín africano “muy extraño y criado domésticamente, que sigue como un perrito" (Diario de Madrid, 1786-1791).

Menor es la cantidad de animales exóticos que encontramos en Valencia (en el Diario de Valencia entre 1790 y 1791 tan sólo hemos localizado un canario perdido de color amarillo, y una mona y dos venados puestos a la venta), aunque esta ciudad ofrece la particularidad de ser el único lugar en el que hemos encontrado el ofrecimiento de una recompensa específica a quien encuentre el animal en cuestión: 40 reales de vellón por un perrito blanco, 20 por un perrito inglés de lanas. Curiosamente, en Cádiz (Diario mercantil de Cádiz, 1802-1805) hemos encontrado muy pocas referencias a animales perdidos, que se limitan a un canario, “un loro de mucho precio, y una extraña ave “del tamaño de un pavo, color atigrado, la cabeza como la de un gato, dos plumas que forman orejas, los ojos grandes, color de oro, con una túnica que los cubre cuando quiere cerrarlos, el pico corvo, las piernas gruesas y cubiertas de pluma menuda y las patas grandes con el movimiento de ave rapiña, conocido por Bucho. Y no es de extrañar que en Salamanca, ciudad del interior castellano, las únicas referencias de animales perdidos hagan alusión a perros, sea perdigueros, de caza, galgos, o falderos, como “una perrita fina” (Semanario de Salamanca, 1794-1795).

 Pero la gran ausencia corresponde al gato. Y no porque los gatos no estuviesen presentes en los hogares, sino, sencillamente, porque de tiempo inmemorial estos animales son conocidos por sus prolongadas ausencias de las que sus propietarios siempre han hecho caso omiso. Obviamente, los podemos encontrar con frecuencia, como muestran la iconografía o la literatura. Torres de Villarroel (Juguetes de Talía, tomo VII, 1752) lo presentará como un animal agresivo que araña, definiéndolo de natural agresivo, esquivo e ingrato.Samaniego, por su parte, en El Jardín de Venus,  nos lo mostrará siendo utilizado en otros menesteres: Tenia cierta vieja de costumbre/Al meterse en la cama/Arrimarse en cuclillas a la lumbre/En camisa, las manos a la llama/En este breve rato/Le hacía un manso gato/Dos mil caricias tiernas/Pasaba y repasaba entre sus piernas/Y como en tales casos la enarbola/Tocaba en cierta parte con la cola/Y la vieja cuitada/Muy contenta decía peor es nada.

Ilustración: José del Castillo, Niños jugando con un gato, ca. 1780. Museo del Prado.

JULIANA SCHIESARI: BEASTS AND BEAUTIES (2010). Arturo Morgado García

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Profesora de Literatura Italiana en la Universidad de California, a Juliana Schiesari le debemos obras como The gendering of Melancholia. Feminism, Psychoanalysis and the Symbolic of Loss in Renaissance Literature (1992), Polymorphous Domesticities: Pets, Bodies and Desire in Four Modern Writers (2012), y éste que reseñamos ahora, Beasts and Beauties. Animals, Gender and Domestication in the Italian Renaissance (Toronto U.P., 2010).

1.-Jewels of Women. Ladies, Laps, and Lapdogs in Renaissance Culture.
2.-Portrait of the Poet as a Dog: Petrarch´s Epistola metrica.
3.-Alberti´s Cavallo vivo, or the Art of Domination.
4.-Della Porta´s Face of Domestication: Physiognomy, Gender Politics and Humanism´s Others.
5.-Psychoanalitic Intermezzo: Freud´s Missed Reading of Leonardo´s Alternative Humanism.
6.-Versions of Diana: Gender and Renaissance Mytography.

With her study Beasts and Beauties, Juliana Schiesari makes a significant contribution to the ongoing critical dialogues on post-humanism; animal studies; and intersections of race, class, gender, and species identity. Schiesari’s work picks up on the scholarship of Erica Fudge, who focuses on animals and humans in early modern English culture in several of her works. Schiesari shifts her emphasis, however, from England to Italy. In her examination of literature and painting, she uses feminist psychoanalysis as well as animal studies to analyze developing concepts of domestic space that serve as a meeting point for issues of both species and gender in their construction of otherness. In this respect Schiesari’s book has a dual focus; it is concerned with the representation of animals and women. It seeks to foreground those hierarchies of being, with their roots in both Aristotelian materialism and Platonic idealism, that seem inevitably to have come into play in the project of articulating what it means to be human during this early chapter in many genealogies of modernity. The paradigm of domestic space under discussion is the single-family domicile prioritized by classic humanism, a microcosm of patriarchal structures. Schiesari focuses specifically on Titian, Francesco Petrarca, Leon Battista Alberti, Giovan Battista della Porta, and Ludovico Ariosto, with chapters on the Diana myth and on Sigmund Freud’s much-discussed reading of Leonardo da Vinci.
 
In the first chapter, we encounter lapdogs. Schiesari discusses the sleeping dog found in Titian’s painting Venus of Urbino (1538), and interprets the dog’s presence as a cornucopia of richly subversive possibilities that assert themselves against the grain of the patriarchal gaze. After a deftly constructed argument to support this interpretation, she conjectures that “perhaps that incredible fear of dog bites one encounters even in the most macho of men is nothing more than the terror of an overpowering feminine sexuality” (p. 16). This, of course, is not exactly a principal point of the chapter, which goes on to discuss canto 43 of the Orlando furioso as well, but it is sentences like these that make the book delicious to read. Schiesari has a very keen eye for the thematic “nooks and crannies” in question, of both visual and written texts, and there is no point in Beasts and Beauties at which the agile and precise character of her analysis lags even a bit. 

In her second chapter, amusingly titled “Portrait of the Poet as a Dog,” Schiesari joins the comparatively quite small company of writers who have studied Petrarca’s Epistolae metricae (composed between 1331 and 1361). Her treatment of Letter 3.5 is, therefore, valuable even outside the context of her study as a substantive critical reflection on one of the poet’s little-known and less-discussed poetic works. Schiesari conducts a remarkably nuanced and creative psychological reading of the poem, ultimately locating in it a “window onto the early humanist understanding of the animal world and, in particular, the privileged position of the domestic dog as a transitional figure right on the border between human culture and that other world later writers would describe as ‘nature’” (p. 32). After this engaging discussion, we reach what is in many ways the centerpiece of the book: her third chapter on Alberti and his infrequently studied treatise on horse training, the De equo animante (1441). Schiesari does a compelling job of showing how Alberti’s ideal orderly household, the model of domesticity that he outlines in his Libri della Famiglia (composed between 1433 and 1441), is extended to include the horse, which occupies a more elevated position in Alberti’s hierarchy than do women. 

In the fourth chapter, Schiesari takes Della Porta’s 1610 treatise on physiognomy Della fisionomia dell’uomo as her principal text, noting how, for Della Porta, “bodily symptoms are not simply the translation of a mental or emotional disposition; they are the trans-species signs of those dispositions” (p. 59). A distinction, indeed, that Della Porta’s book does us the favor of richly and rather curiously illustrating, filled as it is with rather amusing images of humans and animals that bear a striking if occasionally forced resemblance to one another. The text supporting these images reveals, under the careful gaze of Schiesari’s analysis, the manner in which the blurring of the boundaries between species is ideologically driven, rooted in the patriarchal structures that occupy the central focus of her book.

The fifth chapter of Beasts and Beauties is a useful rereading of Freud’s notorious “Leonardo da Vinci and a Memory of His Childhood,” carried out in an effort to reevaluate the decidedly vexed relationship between psychoanalysis and Renaissance studies. The final chapter broadens the focus of analysis to survey the recurrent appearance of the myth of Diana in Italian and French texts over quite a broad span of years. The chronological and cultural breadth of this last chapter is justified by the lapidary, conclusive turn it provides on Schiesari’s beginning theme: la bella and la bestia and their subversive alliance with one another through the Italian Renaissance and into the modern era. With regard to this chapter in particular, however, one might have asked for a slightly more thoroughly contextualized and well-researched treatment of the traditions of folk magic and religion to which Schiesari refers when she discusses Charles Leland’s 1899 Vangelo delle strege.

Overall, Beasts and Beauties is a singularly diverse and broad-ranging treatment, especially for such a slim volume, of gender and the nonhuman both in and beyond the Italian Renaissance. The readings are thorough, exciting, various, and erudite. That variety may serve somewhat to diffuse the overall sense of focus in the book, but it is not my impression that this is a serious detriment--if anything, it lends an intriguing sense of structure to the argument that expands on, rather than enervates, the general force of the latter. This will no doubt be an important book for scholars of animal studies and gender in the early modern period, as well as those who have a particular interest in psychoanalytic theory and the Renaissance.

( http://www.h-net.org/reviews/showrev.php?id=30341).

Ilustraciones: Diana cazadora, escuela de Fointanebleau (mediados del XVI), que sirve de portada al libro. Vitore Carpaccio, Dos damas venecianas (ca. 1490).


JANE COSTLOW y AMY NELSON (eds.) OTHER ANIMALS. BEYOND THE HUMAN IN RUSSIAN CULTURE AND HISTORY (2010). Arturo Morgado Garca

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Incluimos la reseña que a esta obra, publicada por la Universidad de Pittsburgh en el año 2010, le dedicara el Journal of Social History (45-3, primavera de 2012). Desde nuestro punto de vista, las aportaciones más interesantes son las de Olga Glagoleva (bestialismo en la Rusia dieciochesca), Iam Helfant (la imagen del lobo en la Rusia decimonónica), y Jane Costlow (encuentros literarios entre osos y humanos en la Rusia tardozarista).

The association of humans and animals is a hot topic. The treatment of animals has become a pressing concern. Jane Costlow and Amy Nelson situate their volume in “the rapidly growing field of animal studies” and related disciplines of “ethology, ecology, evolutionary biology, and animal behavior” (2). They explore how conceptions of the “animal other” might have informed Russian views of nature historically (3). They suggest in their introduction that “Russians have often understood themselves to be more ‘Natural’ than their Western European neighbors” (3). They take their cue from John Berger, Claude Levi-Strauss and the American environmental historian William Cronon in considering attitudes toward the natural environment. Nigel Rothfels, author of a study of the origins of the modern zoo, sets the tone in his preface by noting Berger's claim that “we can learn something significant about a culture by the way it looks at animals” (ix).

The authors have much to say about Russians and animals. The book is divided into four sections, two on Imperial Russia, one on the Soviet era, and a fourth on the late Soviet and post-Soviet years. The five essays in the first two sections range widely. Olga Glagoleva shows how a pig thrown through the window of a noble's domicile in the eighteenth century was taken as an insult to honor and women folk in a litigious society. Mikhail Alekseevsky explores folk beliefs about animal diseases that led to suspicions of veterinarians and doctors as well. Ian M. Helfant describes the hunting of wolves and the toll wolves took on livestock. Costlow discusses ancient cults of the bear, folktales about bears, “Bear Comedies,” and legislation about the training of bears but also how Nikolai Kliuev, Vasiliii Rozanov, Vsevolod Garshin, Lydua Zinovieva-Annibal, and others wrote about animals. In an equally engaging piece on a related theme, Nelson focuses on legislation to protect animals in the late imperial period including prohibitions on the beating of horses. It is revealing that the issue of preventing cruelty to animals came up at the time of the Great Reforms within the context of the new judicial statues. Taken together, these five essays suggest the great diversity in Russians' engagement with both wild and domesticated animals.

The third section is something of a disappointment since it lacks a discussion of Soviet legal approaches to animal welfare. Nevertheless, the four essays are interesting in and of themselves. Andy Bruno touches on nature preserves and the Soviet effort to contextualize exotic animal husbandry with reference to reindeer herding on the Kola Peninsula. Katherine Lahti describes Vladimir Mayakovsky's identification with animals with an eye to the writer's tragic sense of his own vulnerability. Anne Kleimola explores cruelty and compassion for animals in a fine essay on V. L. Durov's methods of animal training. Finally, Arja Rosenholm explains the association of horses with masculinity in the late imperial and early Soviet period, a topic that will resonate with readers of Isaac Babel as well as with students of Russian monuments. The essays in the first three sections are informative but whether they demonstrate a particular Russian attitude toward nature or animals remains unclear.

The contributors to the final section also depart from direction set in the introduction. Instead of the treatment of animals and their association with the natural environment, they focus on the animal element within humans. This of course has been an issue in western civilization at least since Aristotle's observation that “man is a political animal.” If the editors had taken this tack, however, they would have produced a rather different book, one in which Russian humor and popular culture might have figured more prominently. In that case, they could have taken their lead from Jacques Derrida's stimulating posthumous study that appeared in English in 2009 with the title The Beast and the Sovereign but in French almost a decade earlier. Derrida suggests a set of issues that includes the quality of being human, self-control, state authority, and civilization's superiority over barbarism.

The authors of the last three essays move tentatively in this direction. Jose Alaniz describes Peter Aleshkovsky's Life of Ferret (Zhizneopisanie khorka) and other manifestations of what he calls the “the manimal” in the last couple of decades, including Oleg Kulik's impersonation of a dog as a form of performance art. Gesine Drews-Sylla in her essay on grotesque post-Soviet portrayals of animals further explores Kulik's and other evocations of the animal, including Mikhail Bulgakov's Heart of a Dog (Sobvach'e serdtse). Finally, Daria Kabanova analyzes Tatyana Tolstaya's novel The Slynx also with some attention to the confusion between what is human and what is not.

The collection as a whole is broadly suggestive of opportunities for further research. One cannot help but miss an essay or two on the role of pets in Russian life. Another issue that might have been explored is that of the circus, only touched on by Anne Kleimona in her fine essay on Durov. An essay on zoos in Russia would likewise have fit well into the volume. The electronic media is also ignored, though topics there would include everything from documentaries about animals to cartoons with animals as characters. Children's literature is of course yet another form of expression in which animals with human qualities have been regularly portrayed. Despite these missing pieces to the larger puzzle this is a stimulating volume that can be read with pleasure.

LOS ANIMALES MARINOS EN LA HISTORIA. Arturo Morgado García

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En el marco del congreso "El mar en la historia y en la cultura" en la tarde del día de hoy, 17 de octubre, tuvo lugar una sesión dedicada a los animales marinos a lo largo de la historia. Los participantes, vinculados a la titulación de Historia de la Universidad de Cádiz, abordaron en sendas intervenciones la iconografía de Océano durante la época romana (Elena Moreno), la visión aristotélica de los animales acuáticos (Israel Santamaría), los monstruos marinos en la obra de Plinio (Marina Camino), las criaturas del mar en los bestiarios medievales (Javi Macías), los seres monstruosos vinculados al mar de Ambroise Paré (Lidia Pastrana) y los animales marinos en las monedas del siglo XXI (Víctor Quiñones). Sin pretenderlo, los participantes multiplicaron las referencias cruzadas, de tal modo que las citas a Plinio fueron muy recurrentes, al igual que las alusiones a tritones, nereidas, sirenas o pulpos, o la aparición de iconos mucho más actuales, como la Sirenita, Nemo o Bob Esponja. Lejos de parecer reiterativo, ello nos muestra la presencia de una serie de constantes en la visión que nuestra cultura occidental, ya desde la época griega, ha tenido de los animales marinos.

JOSE RAMON MARCAIDA: EL AVE DEL PARAISO (I). Arturo Morgado García

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La tesis doctoral de José Ramón Marcaida López, Juan Eusebio Nieremberg y la ciencia del Barroco (Universidad Autónomo de Madrid, 2011) ofrece un magnífico panorama de la cultura visual de la primera mitad del siglo XVII, en el que se analiza tanto la producción  del jesuita, como el fenómeno de los gabinetes de curiosidades, como el género pictórico de la vanitas, todo ello desarrollado con una gran brillantez. Son especialmente llamativas las páginas dedicadas al ave del paraíso, que durante mucho tiempo se consideró no tenía piernas, creencia aún existente en el siglo XVIII, y de la que se hacía eco Fray Martín Sarmiento: “Esas plumas del ave del paraíso no me causarían admiración si las viese, pues hace años, que tuve en la mano, y en mi celda, toda la ave entera, con sus dos casi alambres. Trájola un P. Jesuita desde Filipinas a Madrid, este se la dio al P. Terreros jesuita, y este la trajo a mi celda para que yo la viese verdadera, pues solo pintada la había visto antes...es cierto que no tienen pies, y que con los dos alambriplumas, se enroscan en los árboles, como el camaleón lo hace con la cola, y lo mismo hacen los micos. Nunca posa en el suelo, y casi lo mismo hace el vencejo, pues por tener los pies tan pequeños, y las alas tan grandes, no pueden levantar el vuelo, sobre esta creencia me pegó un chasco un vencejo...yo dijera que Dios creó esa ave para que fuese medio entre las aves y las mariposas. Acaso por no advertir que debe ser ave de paso, creerían que venía del paraíso, como acá creyeron otros que las cigueñas vienen del cielo de la luna” (Correo Literario de la Europa, 13 de junio de 1782).

Fue durante los siglos XVI y XVII, con la creciente expansión comercial, cuando se potenció el desarrollo de técnicas que permitieran conservar y aprovechar los bellos atributos de estos especímenes una vez muertos. Dos fueron las técnicas de preservación más empleadas. La primera consistía en secar, bien en un horno o mediante la aplicación de sustancias secantes -entre las que podían incluirse especias como la pimienta-, el cuerpo de un ave a la que previamente se habían extraído las vísceras. El naturalista francés Pierre Belon describe este método de «momificación» por secado en su obra L’Histoire de la nature des oyseaux (1555), una de las primeras fuentes escritas con instrucciones concretas acerca de la preservación de pájaros. La segunda técnica, más sofisticada, consistía en separar la piel, con las plumas, del cuerpo del ave y tratarla con una mezcla de sustancias secantes. Posteriormente, la piel podía rellenarse con algún material blando, como lana o paja, o bien se fijaba sobre un soporte rígido que tuviera la forma del cuerpo del ejemplar cuando estaba vivo. Mediante esta técnica se lograba mayor durabilidad, y el preparado resistía mejor el ataque de los insectos. No obstante, se requería una gran habilidad para obtener, primero, y recomponer, después, una piel con todo su plumaje intacto, sin roturas o marcas de costuras visibles, y con una apariencia naturalista. Esta técnica aparece descrita, por ejemplo, en tratados de la época dedicados al arte de la caza, en los que se detalla el uso de especímenes disecados como señuelos -táctica para la que resultaba fundamental que el animal muerto pareciera seguir estando vivo. Este segundo método se empleó durante largo tiempo, pues bien entrado el siglo XVIII el naturalista francés René-Antoine Ferchault de Réaumur, una de las figuras centrales en la historia de la taxidermia, lo incluía en su repertorio de técnicas de preparación.

La historia de estas aves -naturales de Nueva Guinea y del complejo entramado de islas que conforman el archipiélago de las Molucas- comienza con los relatos de los primeros viajeros y comerciantes que, a principios del siglo XVI, recorrieron y exploraron aquellas regiones en busca de nuevas rutas para el comercio de especias. Es una historia que nace también con las reacciones ante la llegada de los primeros ejemplares del ave a Europa, especímenes alterados y preservados de tal forma que sus características físicas dieron pie a conjeturas de orden naturalista y simbólico ciertamente novedosas y sugerentes. La más problemática fue, sin duda, la disquisición en torno a la supuesta naturaleza ápoda. de estos pájaros, que contradecía la aserción de Aristóteles de que todas las aves están dotadas de patas. Una polémica alimentada, sobre todo, por el tipo de especímenes al que tenían acceso los exploradores y comerciantes europeos: ejemplares preparados según el método empleado por los cazadores nativos para tratar y conservar los preciados plumajes de estas aves, que implicaba cortarles las patas, y a menudo las alas o la cabeza, además de destriparlas y disecarlas. Unos ejemplares, en definitiva, determinados por las técnicas de preservación.


Las primeras noticias acerca de estos «passaros myrrados» no hacen referencia a esta supuesta naturaleza ápoda que con el tiempo se convertiría en su rasgo más característico. Wilma George («Sources and background to discoveries of new animals in the sixteenth and seventeenth centuries», History of Science 18:2, 40, 1980) atribuye la primera descripción del ave del paraíso al portugués Tomé Pires, autor de una Suma Oriental que trata do Mar Roxo até aos Chins escrita entre 1512 y 1515 y que permaneció inédita, salvo una selección incluida por Giovanni Battista Ramusio en su recopilación de relatos Navigationi et Viaggi. El relato de Pires reúne algunos de los tópicos que posteriormente constituirían la descripción típica de este ave: su asociación al cielo y a lo divino («passaros de Deus»), las dudas acerca de su alimentación, su uso para la elaboración de adornos vistosos, o su alto valor como mercancía; pero no incluye ninguna alusión a la falta de patas. Es más, otro de los primeros y más citados testimonios acerca de estas aves, el del explorador y cronista italiano Antonio Pigafetta, hace referencia a dos ejemplares con patas, e incluye una breve descripción de éstas. Se trata de las aves que llegaron a Sevilla en septiembre de 1522 a bordo de la nave Victoria junto al resto de la expedición que,al mando de Juan Sebastián Elcano, tras la muerte de Fernando de Magallanes, había completado la primera vuelta al mundo.


Poco después del regreso de la expedición de Magallanes a España, Maximilianus Transilvanus, secretario de Carlos I, escribió acerca de estos mismos ejemplares en una carta enviada al cardenal arzobispo de Salzburgo, Mateo Lang, el día 5 de octubre de 1522.37 En lugar de dos, como en el relato de Pigafetta, Transilvanus habla de «cinco aves de aquellas manucodiatas», «que tienen por cosa celestial, y aunque están muertas jamás se corrompen ni huelen mal, y son en el plumaje de diversos colores y muy hermosas, y de tamaño de tortolillas, y tienen la cola larga harto, y si les pelan una pluma les nace otra aunque estén muertas; las cuales llevan los reyes cuando van a pelear con sus contrarios, y tienen por cierto que teniéndolas consigo están seguros en la batalla y que no pueden ser vencidos de sus enemigos». Antes, en su carta, Transilvanus explica la asociación de estas aves con lo divino y paradisiaco. Y alude, por primera vez, al supuesto vuelo perpetuo de estos pájaros, aunque en ningún momento señala si los ejemplares que describe carecían o no de patas: «andan volando, sin que jamás las viese persona alguna asentar en tierra, ni en árbol, ni en otra cosa que en la tierra sea, y así andan volando siempre por el aire sin posar en parte alguna, hasta que cansadas, desfalleciendo, caen en tierra muertas, y no las toman vivas».

Como ha señalado Brian Ogilvie (The science of describing. Natural history in Renaissance Europe, Chicago, 2006) la idea de un pájaro en vuelo permanente avanzada por Transilvanus, por fantástica que pareciera, quedaba corroborada en gran medida por la observación de los pocos ejemplares que iban llegando a Europa: cuerpos disecados reducidos prácticamente a su plumaje y sin patas con las que poder posarse. Es probable, por tanto, que la creencia en la naturaleza ápoda del ave del paraíso surgiera a partir de estas dos experiencias: los testimonios de viajeros o informantes locales acerca del ave y sus hábitos, por un lado, y, sobre todo, la observación directa de los ejemplares preservados, por otro.

Extractado de José Ramón Marcaida López, Juan Eusebio Nieremberg y la ciencia del Barroco. Conocimiento y representación de la naturaleza en la España del siglo XVII, Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid, 2011, pp. 245-249. Ilustración: Paul de Vos, Variedades de aves (siglo XVII), Museo de la Real Academia de San Fernando,




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