En un contexto de tradiciones nacionales en la ciencia colonial, la actividad científica de los misioneros jesuitas presenta una combinación única de caracteres. El carácter multinacional de la Compañía dio a sus misioneros acceso a las colonias portuguesas, españolas y francesas, y esta diversidad de ambientes naturales y culturales se reflejaría en la complejidad de las prácticas científicas jesuitas. De los recientes estudios sobre dichas prácticas destacan como temas principales la habilidad de la Compañía para utilizar expertos científicos en beneficio propio y la compleja red de dependencias con sus actividades misioneras, la habilidad de sus misioneros para acercarse a culturas muy variadas y apropiarse del conocimiento local especialmente en materia médica y en geografía, y los caminos en que los jesuitas utilizaron sus relatos sobre naturalezas remotas para apoyar sus intereses religiosos y corporativos.
En torno a 1750, la Compañía contaba con un total de 500 colegios y universidades en Europa, y unas 270 misiones por todo el mundo, presidiendo la red institucional más compleja y extensa del Antiguo Régimen, red que operaba como parte de un complejo de dependencias que envolvía tradiciones culturales regionales, intereses comerciales y autoridades estatales. La Compañía se vio obligada a negociar patronazgo, pasaje y protección a las instituciones coloniales para proseguir sus objetivos de proselitismo, y su éxito en las misiones ultramarinas dependía de las relaciones con los poderes coloniales. Ellos descubrieron que ciertas áreas del conocimiento podían ser útiles para ellos, para sus patronos, o para los extranjeros. Colectivamente, realizaron una contribución muy significativa a la astronomía, la cartografía, la geografía, la historia natural, la etnografía, la botánica y la medicina, aunque con grandes diferencias. Si la astronomía estaba reservada a la élite cultivada en las universidades, la botánica médica era dejada en manos de coadjutores temporales, que nunca predicaron y raramente publicaron.
La ciencia jesuita ultramarina estuvo caracterizada por su talante multinacional, la apropiación del conocimiento local, y la múltiple utilización realizada de las historias naturales publicadas. Por lo que se refiere al segundo punto, las largas estancias de los misioneros, su aprendizaje de las lenguas locales, su atención a sus costumbres, y su deseo de ganarse su confianza, les hacía especialmente aptos para este cruce de culturas. Sus naturalistas representan un punto de encuentro entre la teología, las historias naturales coloniales y las epistemologías de la Ilustración. Las producciones raras y maravillosas de la naturaleza inspiraron a muchos jesuitas, entre ellos a Gumilla, para el cual todo ello permitía conocer mejor a Dios.
La práctica religiosa jesuita estuvo caracterizada por la retórica tradicional de la masculinidad, y la espiritualidad ignaciana se distingue por su carácter de lucha, combate y actividad. Elizabeth Rhodes nos ha mostrado cómo la mayor influencia jesuítica (profesores de universidades, predicadores en las iglesias, confesores en la corte) se produjo en ámbitos donde se excluía categóricamente a las mujeres.
Extractado de Steven J. Harris, "Jesuit Scientific Activity in the Overseas Missions 1540-1773", Isis, 96, 1, Universidad de Chicago, 2005.